Contrario a lo que podríamos creer, empezar el día con una ducha fría es una excelente decisión si queremos reducir los niveles de ansiedad y estrés puesto que ofrece más de cuatro beneficios.
- Antiinflamatorio
Cuando tienes estrés notas como los músculos del cuello, manos y pies permanecen tensos. Las duchas frías son un antiinflamatorio natural que nos ayuda con la recuperación muscular, disminuyendo la rigidez y generando un efecto de bienestar en los huesos, nervios y tendones.
Muchos deportistas y atletas utilizan las bajas temperaturas como uno de sus principales aliados para recuperarse del estrés físico y mental que exige la competencia.
2. Liberación de endorfinas y dopamina
La exposición al agua fría libera endorfinas «la hormona de la felicidad», la cual contrarresta al cortisol y alivia el dolor mediante una sensación de plenitud en el cuerpo que apacigua los molestos síntomas de la ansiedad.
Además de las endorfinas, casos de estudio han demostrado que se liberan otros neurotransmisores como dopamina y serotonina, contribuyendo a un mejor estado de ánimo.
3. Sistema inmune
En los Países Bajos se realizó un estudio en donde las personas que tomaron duchas frías durante 40 segundos en un periodo de 2 meses, se enfermaron un 30% menos que el grupo que no lo hizo. Lo anterior debido a que ducharse con agua fría estimula la producción de glóbulos blancos.
4. Acondicionarnos a las sensaciones incomodas
La decisión de tomar una ducha fría todos los días en la mañana, a pesar de saber que será molesto, incomodo y algo doloroso, nos da ese sentimiento de control sobre nuestra emociones y respuestas. Según la autora Mel Robbins el agua helada provoca lo que al principio parece un ataque de pánico, pero al final, el cuerpo se relaja y la mente se calma. “El agua sigue estando fría, pero la respuesta de ansiedad desaparece”, explica en una publicación del New York Times.
Recuerde que esta practica debe introducirla progresivamente, especialmente si está aconstumbrado a tomar duchas calientes. La recomendación es ir reduciendo la temperatura de forma gradual durante una o dos semanas hasta que su cuerpo se acostumbre.
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