Estilo de Vida

Vivimos en una sociedad de hiperconectividad, donde los limites entre trabajo y hogar son cada vez más difusos, es común que jefes y compañeros pueden escribirnos en cualquier momento del día, las noticias con los acontecimientos de nuestro país y el resto del mundo no paran de llegar. Sumado a lo anterior, las redes sociales nos empujan a seguir estándares inalcanzables, estamos presionados por mostrar lo perfecta que es nuestra vida estando expuestos a una avalancha de notificaciones y comentarios que definen la aprobación de los demás y de nosotros mismos.

Sin darnos cuenta, nuestro sistema nervioso permanece constantemente estimulado sin espacios para recuperarse o relajarse, en los momentos que deberían ser de de ocio o descanso seguimos enfocados en ser productivos, eficientes y multitarea. No tenemos problema alguno en dormir 4 o 5 horas al día en lugar de 8 horas, durante el almuerzo vamos revisando los correos en paralelo en lugar de estar presentes con quienes estamos en la mesa y tener una conciencia plena de los alimentos, al estar en espacios abiertos estamos pensando que diremos en la próxima reunión o cita en lugar de tomar el sol y admirar la naturaleza.

Si al entorno descrito anteriormente, le agregamos sedentarismo y una mala alimentación, nuestro cuerpo tendrá muy pocas herramientas para gestionar la ansiedad y el estrés, especialmente en aquellas épocas de la vida donde más presión tenemos y cuando se despierta toda ésta sintomatología que abruma y desconcierta, al no entender que nos pasa física y mentalmente.

Pese a que la mayoría de personas pasan todo el día sentadas frente al computador, la realidad es que el ser humano no está diseñado para estar ante una pantalla durante ese tiempo y todos los días. Si nos detenemos a pensar que el hombre moderno lleva en la tierra más de 100.000 años, pero la primera computadora apareció hace 70 años y el teléfono móvil menos de 50 años, entendemos porque la ansiedad y estrés se ha multiplicado exponencialmente en las últimas décadas.

En el próximo artículo presentaremos la primera técnica para gestionar la ansiedad: el ejercicio.

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